
(Por Miguel A. Beguería)
Arvo Pärt es un compositor que nació en 1935 en Estonia. Estonia es un país desgraciado que nunca ha podido ser realmente independiente. Ocupado por los rusos, luego por los nazis y finalmente, durante lustros por la URSS, no ha conocido una verdadera independencia ya que, incluso en la actualidad, que formalmente es un Estado independiente, está dominado por una burguesía de origen ruso que se instaló y se adueñó del país durante el periodo comunista. Malos tiempos para nuestro autor que conoció de primera mano la represión estético-política del régimen de la URSS, igual que Shostakovich. Prokofiev y tantos otros. Tras una denodada lucha por salir del país, las autoridades le permitieron ir a Viena en los años 80, donde se instaló para nacionalizarse finalmente austriaco. Residió también en Berlín, ciudad que actualmente comparte con Tallin.
Arvo Pärt demostró ser un joven de mucho talento en el conservatorio de Tallin. Era conocida su facilidad para crear música y sus compañeros decían con simpatía que al sacudirse el abrigo cada día de él caían notas musicales en vez de polvo. Al principio se orientó hacia el neoclasicismo, como Stravisnki y más tarde hacia el dodecafonismo, estilo que conoció y estudió a través de grabaciones que le llegaban de forma clandestina. Enteradas las autoridades, sufrió una dura represión, como otros artistas considerados antipopulares; por otra parte, ese estilo le resultó poco fructífero.
Finalmente descubrió el estilo denominado minimalista, como el polaco Gorecki o el británico Tavener y otros compositores, sobre todo americanos. “Fratres” es, junto con “Cantus in memoriam Benjamin Britten”, una de las obras más representativas de ese estilo. Originalmente para quinteto de cuerdas, el mismo compositor reescribió “Fratres” para diversas formaciones, una de las cuales es la orquesta de cuerdas.
En su periodo minimalista Pärvo se interesó por la música polífónica de los siglos XV y XVI y por el canto gregoriano. Muchas de sus obras son específicamente música religiosa, sin embargo puede afirmarse que toda su producción, incluida la no religiosa está profundamente influida por este sentimiento. Podremos comprobar esta dimensión en “Fratres” de inspiración casi mística.
Su estilo es fuertemente racional y casi se podría decir antiromántico, basado en la sencillez de los acordes tríadas. El autor denominó a su metodología compositiva con el nombre de “tintinabuli”, palabra de origen latino que significa “campanas”. Se trata de dos voces, una de las cuales toca las notas del arpegio de triadas y la otra se mueve a través de la escala diatónica. En Fratres, otra palabra latina que significa “hermanos”, no hay otra cosa que estas dos o tres voces que se mueven así, sin embargo, en esta sencillez crean una atmósfera verdaderamente emocionante.
El arte de Arvo Pärt no pretende ser transcendente, ampuloso o grandilocuente, sino todo lo contrario; es íntimo, cercano y humilde. Alguien, jugando con su nombre y apellidos movió la «P» de su apellido al principio de su nombre de forma que resultara «Parvo Art». Parvo en latín significa «pequeño» y art sería «arte». Arte pequeño. Pienso que no estaría en desacuerdo nuestro autor con esta metátesis que se convierte, casi, en un simpático chiste.
Para no aburrir finalizo con una cita del propio autor que es reveladora de su pretensión estética. Dice, “podría comparar mi música con la luz blanca que contiene todos los colores. Solamente un prisma puede dividir los colores y hacer que aparezcan; este prisma podría ser el espíritu del oyente”. Fantástico manifiesto estético.
Puede escucharse esta obra en sus variadísimas versiones, tods¡as, del autor, buscándolas en «YouTube», o en Spotify.